La microbiota intestinal, más conocida como flora intestinal, es el conjunto de microorganismos que viven en el intestino. Los términos flora intestinal o microflora intestinal tienen su origen en la creencia que los microorganismos pertenecían al mundo vegetal. Por eso, en la actualidad el término científico correcto a utilizar sería microbiota intestinal. Aún así, el uso del concepto flora, incluso entre los profesionales de la salud, está ampliamente extendido y se entiende de igual manera.
Este ecosistema microbiano está compuesto por más de 400 especies de bacterias diferentes, y es específico de cada persona.
El equilibrio entre las múltiples especies bacterianas que conforman el ecosistema microbiano es fundamental para nuestro bienestar general y la salud, ya que es responsable de funciones importantes:
La alteración en la composición y/o funciones de la microbiota intestinal, se produce por:
En el día a día, hay determinadas situaciones que influyen y pueden causar un desequilibrio de la flora intestinal, pudiendo derivar en una disbiosis intestinal:
Situaciones de estrés o de ansiedad.
El cambio de ritmo de vida o de entorno, por ejemplo: viajes a zonas geográficas donde los criterios de higiene son menores.
Dietas inadecuadas: aquellas pobres en fibra, ricas en proteínas y grasas, con un exceso de café, chocolate o azúcares.
Hábitos tóxicos: el alcohol, el tabaco, etc.
Ciertas enfermedades: como la común gastroenteritis.
Algunos medicamentos: antibióticos, medicamentos que dañan la mucosa gástrica o intestinal.
Intolerancias alimentarias.
El propio envejecimiento: comporta un descenso de colonias microbianas.
La disbiosis intestinal puede ser transitoria o patológica y puede presentar múltiples síntomas como:
Diversos estudios relacionan la disbiosis con algunas enfermedades gastrointestinales. Se ha visto que personas que tienen la microbiota alterada, tienen más tendencia en padecerlas, como por ejemplo:
Dentro de estas patologías, la diarrea debido a su incidencia tiene un especial protagonismo.
Se define como diarrea la deposición, tres o más veces al día (o con una frecuencia mayor que la normal para la persona) de heces sueltas o líquidas. La deposición frecuente de heces formes (de consistencia sólida) no es diarrea, ni tampoco la deposición de heces de consistencia suelta y “pastosa” por bebés amamantados. Se puede acompañar de signos y síntomas como nauseas, vómitos, fiebre o dolor abdominal.
Según su duración, se clasifica como:
Dura de 1 a 2 semanas
Dura entre 2 y 4 semanas
Excede de 4 semanas de forma continua u 8 semanas en forma intermitente.
Mientras la diarrea aguda puede entenderse como una respuesta protectora frente a una variedad de agresiones intestinales (agentes infecciosos, toxinas, etc.), la diarrea crónica es siempre inadecuada y perjudicial.
Según el mecanismo de producción, la diarrea aguda se puede dividir en:
Aquellas en las que los virus o bacterias que las producen provocan una inflamación de la pared intestinal, lo que conduce a la malabsorción del agua y electrolitos, que son eliminados.
Los microorganismos implicados pueden elaborar toxinas que inducen la secreción activa de agua y electrolitos en el intestino, lo que provoca pérdida de estos elementos.
Las causas más frecuentes de la diarrea, desde un punto de vista etiológico, se pueden agrupar en infecciosas o no infecciosas. Las más habituales son:
A veces no se encuentra una causa. Si la diarrea desaparece después de unos días, por lo general no es necesario buscar su origen.
Un adulto joven sano, no acostumbra a tener problemas derivados de una diarrea aguda, aun así es aconsejable:
La diarrea aguda es una de las enfermedades más comunes en niños. En Europa es la patología más frecuente en el niño sano, estimándose una incidencia anual de entre 0,5 a 2 episodios en los niños menores de 3 años.
La causa de la diarrea puede variar dependiendo de la época estacional o de la edad del niño, de tal modo que las gastroenteritis víricas se encuentran más frecuentemente en los primeros años de la vida y en los meses de invierno; y las de origen bacteriano, en los meses de verano y principio de otoño, y en niños mayores o en edad escolar.
No es infrecuente la diarrea aguda relacionada con otros focos de infección, principalmente en lactantes, por ejemplo, las infecciones de orina u otitis medias.
Las diarreas crónicas pueden tener muchas causas que deben ser convenientemente evaluadas por el pediatra en cada caso concreto, como son la intolerancia a las proteínas de vaca, la intolerancia a la lactosa, intestino irritable, colitis ulcerosa, etc.
Ante una diarrea aguda en niños, es recomendable:
La diarrea es un trastorno muy frecuente que puede ser producido por numerosas causas, entre las cuales se encuentra el uso de antibióticos. Entre el 5 y un 20% de las personas tienen un cuadro diarreico después de haberlos tomado.
Los antibióticos pueden dar lugar a una diarrea por dos mecanismos: por efecto tóxico directo en el intestino o por una alteración de la flora intestinal.
Los síntomas pueden aparecer cuando el paciente está tomando los antibióticos, pero en la mayor parte de los casos se manifiestan entre 1 y 19 días después de la suspensión del tratamiento.
La diarrea del viajero es un cuadro clínico frecuente (afecta al 40-80% de los viajeros) y se estima que la enfermedad afecta, anualmente, al menos a 11 millones de personas. Se caracteriza por la existencia de diarrea producida por la ingesta de agua o alimentos contaminados microbiológicamente y se manifiesta durante un viaje o inmediatamente después.
En la mayoría de los casos, aparece tras el consumo de alimentos sólidos, puesto que en ellos existe mayor concentración de microorganismos en comparación con los líquidos.
Suele cursar con:
La diarrea del viajero puede ser causada por bacterias, virus o, con menor frecuencia, parásitos.
La causa más frecuente de la diarrea del viajero son las infecciones bacterianas y víricas, como por ejemplo la Escherichia coli (E.coli y rotavirus, etc.). El agente causante puede variar según el área geográfica y la estación del año y el país de destino. Cada vez, es mayor la población en riesgo, en parte debido al aumento en los destinos exóticos.
Los viajeros deben prestar especial atención a la alimentación y a las bebidas.
Siguiendo el lema de la Organización Mundial de la Salud: “Cocínalo, pélalo u olvídalo”
La pandemia de COVID-19, popularmente conocida como la pandemia de coronavirus o simplemente como el coronavirus, está derivada de la enfermedad ocasionada por el virus SARS-CoV-2. El virus se transmite generalmente de persona a persona, principalmente, a través de aerosoles y las pequeñas gotas de saliva y puede presentar manifestaciones clínicas que afectan a diversos órganos, como fiebre, tos o neumonía. También provoca síntomas gastrointestinales, como náuseas, vómitos, dolor abdominal y, especialmente, diarrea, que están presentes en más de la mitad de los pacientes.
Los datos apuntan a que las personas con una microbiota en buen estado tendrían más probabilidades que ante una infección por SARS-CoV-2 fuese asintomática o con sintomatología más leve, mientras que ante una disbiosis importante las personas no serían capaces de desarrollar respuestas correctas y podrían padecer cuadros más graves.
También se ha observado que la propia infección por el coronavirus puede provocar alteraciones en la microbiota que favorezcan el desarrollo de cuadros inflamatorios.
Dado que la composición de la microbiota es relevante para nuestra salud y que la COVID-19 no parece ser una excepción, diversos artículos han sugerido el uso de probióticos y prebióticos, que permitan modular la microbiota respiratoria y digestiva, reduciendo la presencia de microorganismos perjudiciales y estimulando la presencia de aquellos beneficiosos para nuestra salud.
Diferentes guías respaldan el uso de probióticos y prebióticos sobre su utilidad en el manejo de la diarrea aguda. Se basan en diferentes estudios que concluyen que su uso:
Es importante asegurarse de la eficacia y la seguridad de cada una de las cepas antes de consumir un probiótico porque el efecto beneficioso de los probióticos es específico para cada especie y cepa.
A pesar de que la flora intestinal puede verse alterada y perjudicada, el desequilibrio intestinal no es para siempre, y existen varias maneras de recuperarlo y, por tanto, de conseguir una microbiota saludable:
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